miércoles, 17 de octubre de 2012

Velocidad o mimos?




Independientemente de si hemos escogido el concepto de forma consciente o inconsciente, la marca, las tarifas, la ubicación del salón y la manera de trabajar son decisivas para atraer la atención de los clientes, es por ello que tenemos los clientes que nos merecemos.
Cada vez más peluqueros eligen conscientemente a los clientes a los cuales quieren llegar, hay personas que quieren ser atendidas rápidamente ya que llevan una vida estresada, trabajo, familia... y personas a las que les gusta que les mimen y les ofrezcan muchos servicios.
Para un lugar muy concurrido debes optar por un salón ágil y dinámico. Este concepto lleva a un servicio medio, con una marca de gama media y una atención sin cita previa.
Para un salón con muchos servicios y atenciones hay que elegir y trabajar con una marca exclusiva, ofrecer prestaciones de servicios más específicos y tarifas más altas. La ubicación de estos salones suele ser en el centro de la ciudad.
Un salón de barrio, logicamente, tiene menos glamour que un salón una gran avenida, aunque también es cierto que un salón muy glamoroso necesita de una cuenta bancaria también muy glamurosa!
La disposición del peluquero es importante, no todo profesional de la peluquería es apto para ser capaz de ofrecer mimos y atenciones, para ello ha de haber disposición, competencia y credibilidad como profesional para poder transmitirlo automáticamente.
La edad también es importante, los jóvenes prefieren trabajar en un salón dinámico mientras que profesionales con más de 35 años prefieren salones con más servicios, aunque en ésta época de crisis esto no es muy cierto... lo importante es trabajar en un salón!
Lo básico es preguntarse a qué aspira realmente uno como profesional de la peluquería ¿?


domingo, 14 de octubre de 2012

Lo último de lo último? Con los ojos cerrados.

En la provincia china de Shanxi, vive  Tian Hao un peluquero de Xi'an que se ha hecho famoso por cortar el cabello con los ojos cerrados utilizando una técnica milenaria basada en la meditación Zen.
Esta técnica consiste en "sentir" el aura del cabello y realizar el corte sin tocar el cuero cabelludo de sus clientes y una vez terminado el trabajo utiliza una aspiradora para secar el cabello ya que así obtiene mejores resultados.
Tian Hao cobra aproximadamente 610 dólares por corte y no ofrece ofertas ni descuentos, excusando esta cifra con que su técnica es única así como todos sus cortes.

Así que ya sabeis si os sobra el dinero y no sabeis en que gastarlo, podeis ir a ver a Tian Hao para que os realice un cambio de look. Eso sí, recomiendo que el cliente también mediten durante el proceso repitiendo mentalmente "que no me saque un ojo con las tijeras y me lo aspire".







Un corte de locura

La clienta era completamente calva, lo que se dice monda y lironda de remate a causa de haber sido víctima de una de las cuatro alopecias conocidas, que no era ni la difusa (calvicie difuminada), ni la areata (por áreas del cuero cabelludo), ni la alopecia universal (por toda la piel destacando axilas, cabeza y pubis). Ya digo, cabeza glabra.
Osea, se trataba de la conocida alopecia total, la que provoca la calvicie completa del cuero cabelludo, circumstancia que no excluida que la mujer ejerciera de clienta sin renunciar a sus visitas puntuales a la peluquería todos los meses para cortarse el pelo. Y era lo que decía el peluquero:
que para dejar el cuero cabelludo en barbecho, en plan rastrojo improductivo siempre habría tiempo:
- Se lo corto como siempre doña Pelegrina?
- Sí, pero no me apliques la tijera de entresacar que luego me queda muy ralo y mondo. Me lo cortas a capas que terminen en siete que es como mejor me va.
Cortaba el peluquero con pasión, cortando pelos en rebeldía (por ausencia en jerga jurídica), lo que favorecía que el corte fuera incruento sin provocar sangre ni necesidad de cicatrizar, pues era algo así como pecar y rezar para quedar en empate. Era el error que cometió Van Gogh, cuando en lugar de cortarse un mechón de cabello según costumbre de la época se cortó una oreja y dejó un rastro de sangre sin cicatrizar cuando la llevó a un burdel y se la entregó a una de sus pupilas.


En aquella a era normal cortarse un tirabuzón y ofrecerlo al o la amante. Se ignora por qué el pintor lo hizo con su oreja. Lo que sí se sabe es que se la entregó a una prostituta pidiéndola que la limpiera de sangre y cuidara bien su cicatriz.
Otras clientas que esperaban el turno comentaban el corte en la cabeza calva y no daban tregua al desaliento, propagando el hecho cual síntoma inequívoco de locura. Sabido es que las lenguas viperinas que suelen andar sueltas por las peluquerías, son sustancias radiactivas que hunden sus raices en el corazón más primitivo de ciertas clientas, o sea, en la oscuridad irracional de la memoria de la horda, que siempre permanece al acecho bajo las raíces de los cabellos como envidiosa pelusa (nunca mejor empleado el término).
Terminado el corte, se ordenó al aprendiz, ante las atónitas clientas, que barriera y recogiera del suelo los pelos cortados, mientras clienta calva y peluquero se dirigieron a la salida y tomaron la dirección del vecino sanatorio psiquiátrico dónde fueron internados en obsevación. Sí.

                                                                                                       Gerardo Benito.